“Decanos de la Universidad critican «la bajada del nivel» en el ciclo de enseñanza secundaria. Ya se tratara de centros relacionados con las ciencias sociales o con enseñanzas técnicas, los directores se unieron a las críticas sobre las lagunas y la «bajada de nivel» en la formación de los alumnos tras su paso por la enseñanza secundaria.” (El Comercio Digital, 23-02-08).
“Esto (la educación) es una cuestión de Estado. Hay que sentarse y pensar, nos estamos jugando la formación de futuras generaciones en este país y por tanto estamos ante una responsabilidad histórica.[…] El profesor coleguilla no funciona. […]Los ensayos en pedagogía, con gaseosa. El profesor debería recordar siempre que el verbo enseñar es transitivo. Se enseña siempre algo.” (Salvado Gutiérrez, Catedrático de Lingüística de la Universidad de León y Académico de la Lengua, entrevistado en La Nueva España, 23 -02-08).
¡Aleluya! ¡Ya era hora! Por fin los grandes popes de la intelectualidad española salen del armario y comienzan a denunciar aquello contra lo que algunos llevamos años clamando en el desierto. La educación primaria y secundaria en España es un gran fraude, una gran estafa. La pedagogía constructivista, la escuela comprensiva, el falso igualitarismo es un gran camelo, es la gran milonga que los socialistas y la progresía en general han venido vendiendo desde la implantación de la LOGSE, que ahora se prolonga con la LOE.
Los niños no aprenden solos. A los niños hay que enseñarles contenidos, hay que exigirles esfuerzo, constancia y amor por el trabajo bien hecho. Pero los jóvenes son libres. Libres para estudiar o para negarse a ello. A un mozo de doce, trece o catorce años nadie le puede obligar a estudiar si él no quiere. Y si no quiere, hay que darle una salida: formarle adecuadamente para incorporarse a la vida laboral sabiendo hacer algo. Es inútil tener, en algunos casos hasta los dieciocho años, a chico y chicas aparcados en aulas en las que aborrecen estar. Porque, en ese caso, lo único que hacen es molestar a quienes sí quieren aprender, a los que buscan la excelencia y se esfuerzan por hacer las cosas bien. Tomemos, por ejemplo, el modelo alemán o el holandés, en el que a partir de cierta edad los profesores derivan a los alumnos a distintos itinerarios formativos en función de sus capacidades y de los resultados académicos obtenidos.
Y los profesores lo que tenemos que hacer es enseñar matemáticas, física, lengua, inglés, historia o arte (cada cual lo suyo) y dejarnos de memeces. Los profesores no somos chupatintas ni burócratas. Nuestra labor no puede seguir siendo la de elaborar programaciones, informes y adaptaciones curriculares. Yo lo que sé hacer es explicar gramática y literatura. Y es lo que quiero hacer y para lo que valgo. Lo demás son estupideces que no sirven sino para quemar al personal.
Los experimentos pedagógicos, la obsesión por desprestigiar al profesor que realmente da clase y enseña a sus alumnos conocimientos, esta especie de ingeniería social que han puesto en marcha los socialistas para cambiar la sociedad, sólo sirve para sacar de nuestros colegios e institutos auténticos analfabetos funcionales. Los niveles académicos están cayendo tanto, que a este paso vamos camino de convertirnos en el país más inculto de Europa Occidental. Los profesores trabajamos con personas, no con tornillos. Y a las personas hay que respetarlas. Nuestro actual sistema educativo supone una falta total de respeto a los niños (y a sus padres) porque estamos jugando con su futuro. Los niños no son cobayas que podamos utilizar para experimentos psicopedagógicos. A nuestros alumnos debemos darles los conocimientos precisos para que se puedan enfrentar con garantías a un futuro incierto en una sociedad que no regala nada a nadie. Sin cultura no hay libertad. Sin conocimientos no hay cultura. Las leyes educativas en vigor están logrando que nuestros hijos sean auténticas acémilas, fáciles de manipular y adoctrinar. No quieren ciudadanos libres: nuestros dirigentes políticos quieren siervos dóciles incapaces de pensar por sí mismos; borrachos de botellón y adormecidos por el embrutecimiento intelectual y la inmoralidad zafia del relativismo dominante. La LOE, y antes la LOGSE, son basura: el mayor ataque a la dignidad y al derecho a la cultura y a la educación de las nuevas generaciones que nunca se haya cometido en esta España nuestra.
Bueno es que la gente deje de callar. Bueno es que la sumisión cobarde deje paso a la justa rebeldía. Bueno es que los intelectuales orgánicos vendidos al poder vayan dejando paso a los verdaderos pensadores libres y comprometidos con la verdad. No se puede engañar a todos, todo el tiempo. Basta ya de nuevas pedagogías, de enseñanzas comprensivas, afectivas y demás estulticias intelectuales que atentan contra el sentido común y contra la razón. Nuestros hijos se merecen lo mejor: conocer a Platón, a Cervantes, a Felipe II, a Velásquez o a Goya; lengua española, literatura, matemáticas, filosofía, lenguas clásicas y modernas, física y química. Se merecen conocer su herencia cultural: el patrimonio que a lo largo de los siglos, tantos pensadores, escritores, científicos y artistas nos han ido legando. Se merecen que los preparemos lo mejor posible para que desarrollen sus potencialidades y algún día ellos puedan poner su talento al servicio de una nación más justa y mejor.
Desde aquí hago un llamamiento público a padres y profesores para que exijamos, con todos los medios a nuestro alcance, a quienes nos gobiernan que garanticen el acceso de todos los niños a la cultura mediante una educación seria, rigu
No hay comentarios:
Publicar un comentario