Jonathan tiene quince años y es un dechado de perfecciones: bueno, trabajador, cariñoso y listísimo. Más aún: “listérrimo” (permítanme la licencia, que el caso lo merece). Lo que pasa es que es un incomprendido y los profesores lo están traumatizando con tantos deberes y tantos exámenes. Que el chaval se pasa cinco horas diarias en clase particular y luego van los profesores, los muy… y me lo suspenden, que le han quedado ocho en la última evaluación, al pobre (y eso que va por “diver”). El chorbo en cuestión – créanme – es un vago y un sinvergüenza que no ha dado un palo al agua en su vida. Eso sí: desde los doce años se pasa el día en la calle con sus colegas, porque sus padres trabajan todo el día y en su casa nunca hay nadie. Y entonces, claro, Jonathan hace lo que le da la gana, que no suele ser estudiar precisamente, salvo que a lo que practica con la Vane se le consideren clases de anatomía o de educación afectivo-sexual.
Al mozo en cuestión, estaría bueno, no le falta de nada: móvil de última generación, ropa de marca y calzoncillos Kalvin Klein que asoman desvergonzados por encima de la cintura de un pantalón cinco tallas más grande de la cuenta; unos calzones que apenas se sostiene a la altura de la rabadilla, mientras su tiro no sube más allá de la rodilla (la gorra es opcional, aunque según su madre, forma parte de la personalidad del niño). El pelo teñido con vetas rubias, un pirsin por aquí y un tatuaje por allá completarán el atuendo del perfecto imbécil quinceañero. El niño sale todos los fines de semana hasta muy tarde, hace botellón en el parque, ha perdido la virginidad a los trece, se tira a todo lo que se menea y tenga faldas y no toma precauciones porque hacerlo con condón no mola. Por supuesto ha probado ya las pastillas y la coca, aunque, claro… él “controla”.
La personalidad del imberbe suele ir a juego con el atuendo. Desafiante, maleducado, insolente, malhablado, grosero, zafio, ignorante, necio, bravucón; muy bueno en no hacer nada y experto en fotologs, chats y mésenyer; mensajitos de móvil, emepetrés, reguetón y jipjop. Un dolor de criatura. Pero la culpa de su fracaso escolar es del colegio, sobre todo del Pedroluis que es un perro y obliga a los chiquillos a leer el Cantar de Mio Cid, el muy canalla. Por descontado que las víctimas de la LOGSE nunca usarían esta palabra que, por otra parte, desconocen absolutamente (curiosamente, al corrector ortográfico del procesador le pasa lo mismo, porque subraya la palabra de rojo). Porque a mí que alguien me explique para qué le vale leer eso si encima está en castellano antiguo. Y también tiene culpa la jefa de estudios esa tan tiesa que no hace más que mandar notas a casa con que si el chiquillo no hace los deberes. ¡Con lo que trabaja y lo mucho que ha sufrido en la vida, el pobre! Porque su calvario ya había empezado en Primaria cuando le tocó de tutor el Marce, que cuando no les hablaba de la mili en Canarias, le pegaba unas voces al pobre Jonathan, que casi le deja sordo al infeliz, y por su culpa, repitió sexto.
Por su parte, Vanesa es una chica de su tiempo. Sus modelos son Paris Hilton y Britney Spears. Pantalones a la cadera con los colores del tanga por bandera y amplios escotes, que enseñan lo que el pudor (si lo tuviera) exigiría esconder, alternan con los leguins y las minifaldas tamaño cinturón. Pasa de todo, pero decoran mucho en el aula y le alegran la vista al Jony, que distrae su hastío existencial contemplando con fruición el panorama. Los profesores tienen que hacerse los suecos y hacer como que no ven nada, porque llamarle la atención por su indumentaria sería de fachas y ellos son muy progres, claro. La libertad por encima de todo. Ahora es normal. Y si sus padres no le dicen nada…
Los cuellos de la joven suelen lucir ostentosos chupetones y presume sin sonrojo de una vida sexual activa, variada y abundante todos los fines de semana. Luego los lunes, como se les ha roto el condón o se le olvidó ponérselo a su noviete o estaban tan colgados que ni veían para acertar a ponerlo, va al médico a que les recete la “píldora del día después”, que es gratis, y problema resuelto. Su amiga Lorena se quedó embarazada un mal día que había bebido más de la cuenta y sus padres la llevaron a una clínica de la que salió como nueva y sin bombo. Era demasiado joven para tener al niño (no para practicar el kamasutra) y el bebé le habría estropeado la vida.
Vanessa tiene adaptación curricular en lengua porque lleva sin estudiar desde tercero de infantil y en cuarto de la ESO está aprendiendo lo que es un sustantivo, el sujeto y el predicado, como los niños de cuarto, pero de Primaria. Lleva suspendiendo lengua y mates desde tercero de Primaria pero va a sacar el título porque como esas asignaturas, aunque las hayas cateado seis cursos seguidos, al final cuentan sólo como dos suspensos; y con dos se titula, pues eso: titularán en Secundaria sin saber apenas leer, escribir, multiplicar y dividir.
¿No se creen que alguien que no sepa las cuatro reglas, alguien que lee silabeando y escribe con dificultades pueda titular? ¿Creen que exagero? Pregunten en sus colegios o institutos. Con la LOE, todo es posible. Hoy se puede titular siendo un perfecto analfabeto. Ustedes no saben cómo está el tema… Los políticos, con tal de maquillar las estadísticas, están dispuestos a terminar con el fracaso escolar, aunque para ello tengan que acabar con cualquier vestigio de cultura, de educación o de decencia.
Estas dos caricaturas responden al modelo de un tipo de alumnos, que cada vez cuenta con más efectivos en sus filas, al que se ha venido en llamar “objetores escolares”. Afortunadamente, no todos los estudiantes de secundaria son así. Los hay que incluso estudian, leen y tienen interés. Los chicos de hoy, en su conjunto, no son ni mejores ni peores que los de hace veinte, cincuenta o cien años: ni más listos ni más tontos. Lo que ha cambiado ha sido el entorno. Los niños y jóvenes de hoy son víctimas de un sistema educativo atroz, promovido por unos políticos demagogos y sectarios hasta la náusea; de unos padres, en muchos casos, demasiado permisivos e irresponsables; de unos profesores resignados o cómplices de los que mandan; y de unos medios de comunicación absolutamente perniciosos para la buena marcha de su educación.
Si alguien tiene un trabajo que ofrecerme, háganmelo saber lo antes posible, por favor: Sé leer y escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario