En esta tarea que nos hemos impuesto de denunciar y desenmascarar a los responsables del desastre educativo español, inmediatamente después de los padres irresponsables, tenemos que señalar a los políticos. Los que más culpa tienen son los socialistas, responsables directos de las leyes que han dinamitado la enseñanza en España: primero con la LOGSE y, ahora, con la LOE, que es más de lo mismo; o, incluso, peor si cabe. Pero también es responsabilidad de los políticos conservadores, que no se atrevieron a meterle mano al asunto a tiempo y no hicieron nada por solucionar el desastre educativo durante los ocho años de gobierno del señor Aznar.
En los últimos diez años llevamos tres reformas educativas y todas ellas sin consenso. Los políticos de este país utilizan la educación una y otra vez como arma ideológica. A la mayoría de ellos, les importa un bledo el futuro de nuestros hijos o la educación que reciban. Ya se encargarán ellos de llevar a los suyos a estudiar a buenos colegios de pago o al extranjero. A la mayoría de los políticos, sólo les importan los votos y, en el caso de los socialistas, también adoctrinar a los jóvenes para que les voten, llegado el momento.
Para la izquierda, la escuela y los medios de comunicación (los controlan casi todos) son vehículos de adoctrinamiento y manipulación de la opinión pública; medios de alienación social que no dudan en utilizar con la esperanza de perpetuarse en el poder. La educación y la televisión son dos vías de agitación y propaganda que la izquierda domina como nadie para manipular y lanzar consignas que, a base de repetirlas una y otra vez, acaban convenciendo a todo el mundo de cualquier idiotez que se les haya ocurrido.
El colmo de los colmos en este sentido adoctrinador ha sido la implantación obligatoria de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que sobrepasa ya todos los límites de la desvergüenza y la desfachatez; algo absolutamente intolerable en un estado democrático plural y más propio de Cuba o de Venezuela que de un país de la Unión Europea.
En España hace falta un pacto de Estado por la educación. Es absolutamente imprescindible que las dos grandes fuerzas políticas de nuestro país se pongan de acuerdo y alcancen un gran pacto educativo (junto con asociaciones de padre, sindicatos y patronales) que garantice estabilidad al sistema para que las leyes educativas no se reformen cada vez que pierde las elecciones un partido y las gana el otro. Necesitamos una ley educativa que fomente la excelencia, que permita que todos los niños – vivan donde vivan, sean ricos o pobres – tengan las mismas oportunidades de estudiar y desarrollar sus capacidades al máximo para que algún día, su talento revierta en la sociedad y contribuya al desarrollo y al bienestar de la nación. Y los que no quieran o no puedan estudiar, que aprendan una buena profesión que les permita acceder al mercado laboral lo antes posible y vivir con dignidad.
Pero para esto necesitamos políticos con sentido de estado: estadistas que pongan los intereses de España por encima de los de su propio partido y que planifiquen a largo plazo y no sólo para los cuatro años que dura una legislatura. Y estos políticos son los que escasean, por desgracia.
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