Los profesores tenemos una buena parte de responsabilidad en las calamidades que están ocurriendo en escuelas, colegios e institutos. Somos víctimas del sistema, pero también colaboradores necesarios y cómplices del mismo. ¿Han visto ustedes una huelga de profesores en los últimos años protestando contra la LOGSE o contra la LOE? Los profesores nos limitamos a llorar por los pasillos, en las reuniones y en la sala de profesores. Pero, ahí queda todo. Hemos sido maltratados, desprestigiados, insultados, agredidos, desautorizados… ¿Y qué? Pues nada. Seguimos entre la resignación y la baja por depresión.
Los sindicatos educativos no sirven para nada, salvo para vender lotería de navidad y respaldar al gobierno cuando éste emite en la misma longitud de onda ideológica que ellos. Han sido cómplices de los políticos, dinamitado cualquier principio de igualdad, mérito y capacidad en las oposiciones a profesor en la enseñanza pública y han colaborado decisivamente en el desprestigio de la profesión docente, fomentando en todo momento la mediocridad y persiguiendo la excelencia.
Por otra parte, hay un pequeño tanto por ciento de profesores, fuertemente ideologizado, que ha servido de correa de transmisión de los principios pedagógicos que supuestamente respaldaban a la LOGSE y ahora a la LOE. Estos profesores están imponiendo la dictadura del pensamiento único antisistema “progre-izquierdista-alternativo-feminista de género-majo-solidario-anarco-estalinista-sandía (verde por fuera y rojo por dentro)”, que es el que domina claramente en el panorama escolar. El último reducto de la izquierda marxista leninista (trotskista, estalinista y demás variantes) está en los claustros de las escuelas e institutos españoles. Bueno: en nuestras escuelas y también en La Habana y en un barrio de Tirana (Albania).
Dentro de este grupo de trabajadores de la enseñanza, merecen capítulo aparte los “orientadores”: psicólogos y pedagogos que, con todas las excepciones que se quiera (que nadie se dé por aludido y si se da, allá cada cual), llevan años sosteniendo con un discurso hermético, incomprensible y empalagoso hasta el hastío y el ridículo; con su palabrería pseudo-científica, su burocracia y su papeleo abrumador, las reformas políticas de los socialistas. Actúan como una especie de comisarios políticos que animan y velan por la implantación de las sucesivas reformas, en las que nadie cree salvo ellos y algún que otro director y jefe de estudios. Llevan años predicando en los claustros lo mal que enseñamos los profesores y lo mucho que tenemos que actualizar nuestra metodología. Predican lo que no practican, porque no pisan un aula ni por casualidad. Son ellos los responsables en buena medida (sólo detrás de los políticos) de la gran estafa del constructivismo y de la escuela comprensiva. Nos prometían el paraíso y, a cambio, están arrastrando a las nuevas generaciones al averno de la mediocridad, de la incultura y de la falta total de educación y conocimientos. Son los que machaconamente han propagado esa tontería de que el profesor no debe enseñar, sino que debe convertirse en “mediador” entre los contenidos y los alumnos, que, supuestamente, aprenden solos. Así nos va. Desde que los pedagogos y los psicólogos entraron a “orientar” la actividad de los centros de enseñanza, nunca ha ido peor la educación en España. A los datos me remito: ahí tienen el informe PISA.
Para los que quieran profundizar en este tema, les recomiendo que lean La gran estafa de Alicia Delibes y La enseñanza destruida de Javier Orrico. No tienen desperdicio.
Supongo que a estas alturas del artículo, los sindicatos y asociaciones de psicólogos y pedagogos me habrán nombrado “persona non grata” y alguno de mis compañeros de oficio me habrá retirado la palabra de por vida. Pero sigamos adelante… ¿Quién dijo miedo, habiendo hospitales?
Los medios de comunicación, especialmente la televisión, también tienen una grave responsabilidad en este asunto de la debacle educativa en España. A través de la pequeña pantalla, los niños reciben día tras día una serie de mensajes de lo más “educativos”: Lo importante es ser rico y famoso, cueste lo que cueste; una fulana y un sinvergüenza dentro de una casa vigilada por decenas de cámaras de televisión, pueden convertirse de la noche a la mañana en modelos de comportamiento. Lo que importa es el placer, la comodidad y disfrutar de la vida; la religión, especialmente la católica, es propia de imbéciles, de carcundia anticuada y troglodita; y un largo etcétera de barbaridades que entran en las casas a diario a través de series, “reality shows”, programas de sucesos o del “corazón” y demás bazofia.
Sin embargo, el poder de la televisión está sucumbiendo rápidamente ante el empuje imparable de Internet. Hoy en día la mayoría de los chavales pasan más horas chateando por el Messenger, visitando blogs, fotologs y páginas web o descargando archivos, que delante del televisor. Lo que pasa es que la Red es aún más pelig
Un consejo para terminar: no dejen que sus hijos naveguen por Internet solos y, menos aún, encerrados en sus habitaciones. El ordenador, en un lugar “público” de la casa y bajo la vigilancia de los padres. Créanme: se pueden ahorrar más de un disgusto.
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